El rol del arte y la ilustración científica en la conservación de especies
En un mundo cada vez más saturado de información visual, el arte sigue teniendo un poder único: detenernos, emocionarnos y hacernos ver lo invisible. En el ámbito de la conservación de la naturaleza, la ilustración científica y el arte naturalista cumplen un rol esencial. No solo nos muestran la belleza de nuestra biodiversidad, sino que también nos ayudan a entenderla, valorarla y protegerla.
Mucho más que belleza: una herramienta para la ciencia
Desde los primeros naturalistas que exploraron el mundo —como María Sibylla Merian, Alexander von Humboldt o Charles Darwin— la ilustración ha sido clave para documentar especies, diferenciar sus características y comunicar hallazgos. Incluso hoy, en plena era digital, la ilustración científica sigue siendo insustituible en muchos contextos: permite representar animales difíciles de fotografiar, mostrar diferencias sutiles entre especies o ilustrar etapas de vida imposibles de capturar en una sola imagen.
En Chile, donde muchas especies son endémicas y poco conocidas, la ilustración puede marcar la diferencia entre el anonimato y la protección.
El arte como puente entre ciencia y emoción
Uno de los mayores desafíos de la conservación es lograr que las personas se sientan conectadas con la naturaleza, especialmente con especies que nunca han visto o que consideran “menos carismáticas” (como reptiles, insectos o plantas). Aquí es donde el arte entra en juego: una ilustración bien hecha no solo informa, también emociona.
Las ilustraciones despiertan curiosidad, generan cercanía y ayudan a las personas a reconocer y recordar especies locales. Y como demuestran múltiples estudios, lo que se conoce y se valora, se protege.
Ilustrar para educar, inspirar y conservar
Integrar ilustración científica en productos cotidianos —como tazones, libretas, textiles o infografías— acerca la biodiversidad a la vida diaria. Cada vez que alguien ve una ranita de Darwin en su libreta, o una vizcacha en su taza de café, esa especie deja de ser un nombre lejano y se convierte en parte de su mundo.
En entornos educativos, comunitarios y turísticos, las ilustraciones también cumplen un rol clave: permiten enseñar sobre flora y fauna de forma lúdica y atractiva, sin perder rigurosidad científica.
El arte no es un adorno. Es una forma de resistencia.
En un contexto de crisis climática y pérdida acelerada de biodiversidad, el arte es también una forma de activismo silencioso. Ilustrar especies nativas es decir “esto importa”, “esto es bello”, “esto merece seguir existiendo”.
Por eso, desde mi trabajo como ilustradora en [Laura Gleisner Ilustraciones / Nido Alto SpA], creo que cada trazo puede ser una herramienta de conservación, cada diseño una oportunidad de educación ambiental, y cada producto una invitación a mirar con otros ojos nuestro patrimonio natural.
Porque si no lo vemos, no lo cuidamos.
Y si lo vemos con amor, podemos protegerlo.